Los Mac Pro de Apple, en una cadena de montaje de la compañía
La compañía invertirá 1.000 millones en una fábrica en suelo estadounidense
Lo más probable, apuntan los analistas, es que Apple se centre en la fabricación de componentes muy avanzados para sus productos
Después de presentar los últimos resultados trimestrales, Tim Cook, el actual presidente de Apple, se sentaba en los estudios de la cadena norteamericana CNBC para anunciar su última iniciativa: un fondo de mil millones de dólares para estimular la fabricación de alta tecnología en EE.UU.
"Eres la primera persona a la que se lo cuento", dijo Cook dirigiéndose a Jim Cramer, presentador del programa económico Mad Money, uno de los más influyentes en las decisiones de inversión que toman los estadounidenses de a pie. Justo después, corregía su declaración: "Bueno, no. El primero ha sido el responsable de una de las primeras empresas en las que vamos a participar con este fondo, claro".
Poco más se sabe de esta misteriosa iniciativa, que parece hecha a medida para apaciguar al nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y su política económica con marcado acento proteccionista.
"Eres la primera persona a la que se lo cuento", dijo Cook dirigiéndose a Jim Cramer, presentador del programa económico Mad Money, uno de los más influyentes en las decisiones de inversión que toman los estadounidenses de a pie. Justo después, corregía su declaración: "Bueno, no. El primero ha sido el responsable de una de las primeras empresas en las que vamos a participar con este fondo, claro".
Poco más se sabe de esta misteriosa iniciativa, que parece hecha a medida para apaciguar al nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y su política económica con marcado acento proteccionista.
Contradiciendo a Jobs
Apple parece tener ya elegida la primera compañía que recibirá parte del dinero y la anunciará antes de que acabe el mes de mayo. Al igual otras iniciativas recientes, como el programa de recompra de acciones y dividendos, el fondo obligará a Apple a emitir más deuda porque aunque sus reservas de dinero efectivo superan ya el cuarto de billón -con b- de euros, la mayoría está "aparcado" en paraísos fiscales, a la espera de una nueva legislación de impuestos en EE.UU. que rebaje el coste de repatriación de capitales.
El fondo, en cualquier caso, no va a conseguir que los iPhones se empiecen a fabricar en Milwaukee en lugar de Shenzen. No es lo suficientemente grande para la escala en la que se mueve la compañía. Hay que tener en cuenta que sólo la fábrica Gigafactory que la compañía Tesla acaba de montar en Nevada, por ejemplo, ha costado cinco veces más de lo que Apple va a invertir en esta iniciativa.
Steve Jobs resumió bien la situación en un encuentro con Obama en 2012. "Esos trabajos ya no van a volver", dijo al entonces presidente refiriéndose a las cadenas de ensamblaje final de sus diferentes productos. No es sólo una cuestión de salarios y coste de personal en las fábricas. China ha creado toda una infraestructura de proveedores y servicios locales que hacen prácticamente imposible trasladar parte de la producción fuera del país sin aumentar los tiempos y costes de fabricación y transporte de manera significativa.
El nuevo fondo de Apple busca, en su lugar, estimular la "fabricación avanzada" de componentes de alta tecnología. Es decir, la creación de fábricas altamente automatizadas en las que la mayor parte del trabajo será realizado por robots pero que aún así podría estimular la creación de puestos de trabajo locales indirectos. "Cada puesto de trabajo creado estimulará a su vez nuevas necesidades de servicios y proveedores en su entorno", explicaba Cook.
Lo más probable, apuntan los analistas, es que Apple se centre en la fabricación de componentes muy avanzados para sus productos, como los procesadores Ax que usan los iPhone o los coprocesadores gráficos de los mismos teléfonos.
Para Apple, la fabricación en EE.UU. no es un terreno desconocido aunque los resultados de sus incursiones no siempre han sido satisfactorios. En 1983, por ejemplo, la empresa abrió una fábrica en Freemont, California, para fabricar el primer ordenador Macintosh. Apple construía entonces todos sus productos en el área cercana a su cuartel general en Cupertino y en una planta de Carrollton, Texas.
Esta fábrica era diferente al resto, el producto de la obsesión de un joven Steve Jobs por la fabricación completamente automatizada. Fue pionera en el uso de la robótica y el ensamblaje en línea, capaz de producir un ordenador Macintosh cada 27 segundos sin apenas intervención humana. Posteriormente de destinó a la fabricación de las primeras impresoras láser de la compañía y cerró sus puertas a principios de los 90. Hoy la misma zona industrial produce -también con un alto grado de automatización- los coches de Tesla.
En la década de los 90 Apple traspasó la mayor parte de su producción a fábricas situadas en Elk Grove, California, y Fountain, Colorado. Estas fábricas operaron incluso durante la primera década del nuevo siglo pero el desarrollo industrial de China y el abaratamiento de los transportes marítimos terminó por condenarlas. Apple mudó prácticamente toda su producción a Asia y cerró la fábrica de Elk Grove, su última gran planta, en 2004.
Un acierto y un fracaso
Desde entonces ha habido dos iniciativas para estimular fabricación local. Una ha tenido un resultado poco satisfactorio y la otra ha sido un completo desastre.
En 2013 la compañía anunció un nuevo diseño de su ordenador Mac Pro encapsulado en un compacto cilindro. Esta máquina -que finalmente ha resultado ser un diseño poco práctico y será renovada el próximo año- se ensambla en una fábrica de la empresa Flextronics cerca de la ciudad de Austin, en Texas, donde Apple tiene también un centro de operaciones y soporte técnico.
El pequeño mercado al que sirve este ordenador -profesionales que demandan una alta potencia de cálculo- y su elevado margen de beneficio hacían rentable la fabricación en el territorio nacional pero no está claro que la futura iteración del producto vaya a fabricarse también en la misma planta.
La segunda iniciativa fue la creación, junto a GT Advance, de una planta de producción de zafiro sintético en Arizona. Apple invirtió más de 500 millones de euros en la compra de hornos de alta temperatura para la creación de este cristal, que presumiblemente iba a utilizar en las pantallas de sus teléfonos.
La calidad del producto final, no obstante, resultó muy inferior a lo previsto y Apple se vio obligada a recurrir a su proveedor habitual, Corning Manufacturing, para la pantalla de sus teléfonos. En 2015 canceló su acuerdo con GT Advanced, forzando la quiebra de la empresa y la fábrica fue reconvertida en un centro de datos para Apple.
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