Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, que puso el “made in USA” a la moda, ¿podrá una de las empresas más emblemáticas de Estados Unidos, Apple, seguir fabricando sus dispositivos en China?, reseña AFP.
El nuevo presidente prometió varias veces que obligaría a la marca de la manzana a repatriar su producción. Sin embargo, mientras muchos de los grandes grupos optaron tras la elección por prometer puestos de trabajo o inversiones en Estados Unidos, Apple se ha mantenido con un perfil mucho más bajo.
Foxconn, una de sus principales subcontratistas, sin embargo, tiene previsto invertir 7.000 millones de dólares en una planta en Estados Unidos. Oficialmente, para hacer pantallas planas. Pero el fundador del grupo taiwanés, Terry Gou, alimentó las especulaciones al afirmar que sus principales clientes estaban “dispuestos a invertir (en Estados Unidos), incluyendo Apple”.
Apple se negó a hacer comentarios.
Para Trip Chowdhry, analista de Global Equities Research, la empresa terminará fabricando dispositivos en Estados Unidos, y no únicamente para hacer “un gesto político”.
“La tendencia es que hay que fabricar productos locales para mercados locales”, para que la cadena de suministro sea más adaptable y se puedan proponer dispositivos “a medida para cada mercado”, argumenta.
– Rompecabezas logístico –
Sea o no por motivos políticos, Apple no está en la misma situación que los fabricantes de automóviles que han deslocalizado fábricas de Estados Unidos en el extranjero para reducir costes, dice Dan Panzica, experto en subcontratación manufacturera en la firma IHS.
“Los puestos de trabajo de Apple nunca han estado aquí”, dice. “Toda la cadena de suministro se construyó en China”.
Apple dispone en Asia de un complejo sistema de fabricación que va mucho más allá de los subcontratados que ensamblan sus dispositivos. Se apoya en un enorme sistema de fabricantes de componentes y piezas de repuesto. China le ofrece también importantes fuentes de materias primas y mano de obra barata, flexible y muy abundante para ensamblar cada año decenas de millones de iPhone.
Para Roger Kay, analista de Endpoint Technologies, sería “muy difícil de replicar” ese proceso con trabajadores estadounidenses, a menos que se opte por un sistema de automatización masiva, lo cual desvirtuaría el objetivo inicial de la creación de empleos.
Y “no tiene sentido fabricar teléfonos aquí si se tienen que traer todos los componentes desde China”, estima Jack Gold, otro especialista en el sector de la tecnología.
– Sacrificar márgenes o precios –
La MIT Technology Review había considerado en junio varios escenarios, desde traer solo la ensambladura a Estados Unidos hasta la repatriación paralela de la fabricación de piezas, y había estimado el coste adicional de un iPhone 6S Plus entre 30 y 100 dólares.
Es difícil imaginar que Apple arriesgue su condición de empresa más rentable del mundo para absorber ese coste adicional.
“Apple nunca bajará sus márgenes de su producto estrella, el iPhone”, especialmente en el contexto actual de desaceleración de sus ventas, opina Ronan de Renesse, especialista en tecnología de consumo de la firma Ovum.
¿Los consumidores estadounidenses estarían dispuestos a pagar más por un iPhone “Made in USA”? Los analistas no están seguros.
Para Jack Gold, Apple debería negociar con Washington, pero ello será simbólico.
“Ellos ya han hablado de construir servidores aquí, y fabrican productos en volúmenes relativamente bajos en las plantas de Estados Unidos”, en particular determinados ordenadores Mac, dice. “Pero me sorprendería ver una mudanza masiva de la producción a Estados Unidos”.
– Impuestos y aduanas –
El gobierno de Trump no puede romper el modelo de negocio de la estrella de la tecnología estadounidense, y en definitiva, “seguramente habrá un compromiso”, como “los incentivos financieros o fiscales” contra la deslocalización de algunas modelos o dispositivos, estima además Ronan de Renesse.
Foxconn ya está tratando de hacer subir las ofertas entre los diferentes estados de Estados Unidos para la concesión de terrenos, energía barata o exención de impuestos.
Y Apple podría condicionar sus inversiones a una amnistía fiscal sobre la repatriación de su fondo de unos 200.000 millones de dólares en el extranjero.
La ecuación económica también cambiaría si Donald Trump impusiera fuertes aranceles a las importaciones chinas. Dada la gran proporción de su cifra de negocios en China, Apple sería también una de las primeras víctimas de eventuales medidas de represalias de Pekín.
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