Con la venta de Nokia nos remontamos seis años atrás. Cuando Apple presentó el primer iPhone en 2007, medio mundo se maravilló al ver una pantalla multitouch tan grande (en aquella época, 3,5 pulgadas era algo inaudito) pero a la vez manejable, un diseño atractivo y con un sistema operativo tan innovador. Con parte de inspiración en la esencia de Symbian, pero desde luego muy mejorado. No todo el mundo se dio cuenta en primera instancia del valor añadido del iPhone: como con los Mac, Apple controlaba el software y el hardware. No eran los primeros en hacerlo, pero sí lo serían de la nueva generación de plataformas móviles que llegarían después de aquel 29 de enero de 2007. Apple no creó un estándar en la industria móvil, pero sí logró asentarlo y demostrar que se podía tener un gran éxito con él.
Tiempo después se le achacaba a Apple que era un sistema cerrado y apenas tenía valor, por muy fluido que fuera el iPhone. Empezó a ocurrir cuando llegó Android y, con él, sus primeros adeptos. Los defensores del modelo de Apple replicaban el argumento dicho hasta entonces con los Mac o con los iPod: que el hardware y el software de un equipo dependan del mismo fabricante asegura una optimización total. Los amantes de Android preferían poder exprimir las posibilidades de su teléfono pese a los lags o los reinicios forzosos que no dejaron de ser una constante hasta años después, cuando Ice Cream Sandwich trajo algo de estabilidad.
Una plataforma, un fabricante
Las alternativas a iOS y Android eran BlackBerry y Windows Mobile, reconvertido luego a Windows Phone que en febrero de 2011 se alió con Nokia. BlackBerry, tras su descalabro, presentó su renovado sistema operativo en enero de este mismo año. Apple y BlackBerry representaban el modelo cerrado, Android el abierto y Windows Phone estaba a medio camino, al ser éste último una plataforma cerrada por Microsoft pero dando margen de maniobra a los fabricantes a quienes se licenciaba su uso.
Hace cerca de un año, Google compró Motorola, un fabricante endémico a quien no sentó nada bien el auge de los smartphones. Y hace unas semanas se presentó el Moto X, el primer terminal en el que realmente Google controlaba la producción del hardware así como su sistema operativo. Windows Phone, paradójicamente, se quedaba sin silla musical. Hasta hoy, día en que Microsoft ha comprado Nokia (o al menos, la división móvil, que ya lo es 'todo'), para convertirse en la última gran plataforma actual que controla hardware y software de sus terminales. Google con Motorola, Apple, BlackBerry, y ahora Microsoft con Nokia.
No hay sitio para todos, y ahora, menos
En la otra mano, fabricantes sueltos con mayor o menor éxito que dependen mayoritariamente de Android. Samsung, que pese a monopolizar Android lleva tiempo pensando en Tizen. HTC, que sigue sin encontrar un camino para salir del pantano (y a la que la compra de Nokia le deja aún peor), Sony, a quien seguir con Android le supone pan para hoy y hambre para mañana, LG, a quien más de lo mismo... Y si vamos más allá, los fabricantes chinos con Lenovo a la cabeza que deberían ir pensando (como LG, Sony y compañía) qué harán ante el nuevo paradigma. Su posición emergente les da margen de crecimiento, y durante bastante tiempo habrá quien siga prefiriendo Android sin pasar por el aro de Google en cuanto a hardware. Pero, ¿será suficiente? Difícil. Ahora hay muchos fabricantes, y la mayoría perdiendo dinero para continuar en el mercado.
En cualquier caso, el modelo que queda instaurado a finales de 2013 demuestra que Apple tenía razón, y a pesar de haber sido criticada hasta la saciedad por sus detractores, incluso Android ha acabado tomando este estándar, aunque permitiendo igualmente el uso de Android a otros fabricantes. Hardware y software producidos por un mismo actor. Quien quede al margen de ello deberá buscar una tercera vía. No quedarán condenados al fracaso, pero algunos desaparecerán, dejarán de fabricar en vista de que continúan sin sacar beneficios del mercado de los smartphones. Crudo y triste, pero veremos cómo fabricantes que se ganaron su sitio en la historia de la telefonía móvil desaparecen de los escaparates.
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