¿En sus orígenes, Steve Jobs ya veía al que hoy conocemos como el asistente personal Siri como la computadora del futuro?
Cuenta la historia que cuando Jobs analizó una de las primeras maquetas de la Mac, que sería lanzada en 1984, no tuvo dudas de qué cambio debía hacérsele. Aquella maravilla beige se asemejaba a un rostro humano, según la visión de quien fuera el CEO más famoso del mundo; por lo tanto debían afinarle la parte superior del monitor para que no fuese visto como “un hombre de Cromagnon”. Así fue como lograron un resultado final muy similar al Mac Feliz del ícono clásico.
Mientras la mayoría de los ingenieros de la época (y de la actualidad) quemaban (y queman) pestañas para lograr mayor prestación con menores recursos, Jobs se preocupaba por mayores prestaciones (aunque no tantas) con menores recursos (pero sin exagerar)… definiendo a la vez un proyecto que fuera visto por los usuarios como algo único. Y que, de paso, tuviera la cara del hombre del futuro.
La diferencia de Jobs, por ejemplo, con Bill Gates, es que el primero se veía a sí mismo como un artista (¿recuerdan que aquella máquina se vendió con la firma de todos los que participaron en su creación en el interior de la chapa del CPU, como si se tratara de una obra renacentista?). Era imposible pensar una PC, para Steve, sin entender la relación profunda que unía la máquina con el que tenía en frente. De allí la obsesión por la “experiencia”, por lograr mejores interfaces y periféricos (desde el mouse hasta el uso de las manos en los dispositivos multitouch). Cuando el co-fundador de Apple reclamaba a sus sufridos empleados que los aparatos tuvieran uno o ningún botón, deseaba en realidad que sus equipos estuvieran estrechamente enlazados con su dueño, de tal forma que no se necesitara más que un mínimo esfuerzo para dar las órdenes.
Por todo esto podemos arriesgar que en los orígenes, Steve Jobs soñaba con Siri: un asistente de ese tipo podría haber sido la concreción máxima de su manera de ver las computadoras. Un agente que pudiera interactuar con los seres humanos sin más que la palabra dicha. ¿Qué puede ser más simple, más natural, más orgánico? Esta entrevista de 1985 (¿la mejor que se le haya hecho en toda su vida?) de la Revista Playboy, firmada por David Sheff, ofrece pistas en este sentido. Gracias a esa charla, hoy sabemos cómo veía el futuro de las computadores, cuando ni siquiera había presente.
Tanto así, que en aquella época el periodista de la publicación del conejo le preguntó al joven empresario: “¿Qué tal si me das algunas razones concretas para comprar una computadora?”
Stop: ¿notaron la pregunta? ¡Por qué había que comprar una PC! Veamos la respuesta:
“Hay diferentes respuestas para diferentes personas. En lo laboral, esa respuesta es fácil: podés hacer documentos mucho más rápido y de una calidad superior, y podés hacer muchas cosas para incrementar la productividad.”Más adelante reconoce Jobs que en esa época, todavía, el uso de las computadoras en el hogar era un mercado más conceptual que real. Pero que “esto va a cambiar: las computadoras serán esenciales en casi todos los hogares”.
En Argentina hay una expresión que dice que cualquiera puede criticar a un director técnico de fútbol, con “el diario del lunes”. Por el contrario, había que animarse, en pleno 1985 a decir esto:
“La razón de mayor peso para que una persona compre una computadora para su hogar (en el futuro) va a ser la unión de redes comunicacionales a nivel nacional. Estamos en los primeros escalones de lo que va a ser un extraordinario progreso para casi todos, tan extraordinario como el teléfono”David Sheff, más adelante, le consulta hacia dónde se dirigen las computadoras. Y es allí donde parece nacer el sueño de un sistema como Siri. Mode “visionario” on:
“Hasta ahora estamos usando nuestras computadoras como buenas esclavas. Les pedimos que hagan algo, como una hoja de cálculos, le pedimos que conviertan nuestros tipeos en una carta, y lo hacen bastante bien. Cada vez, el servicio se perfecciona más. Pero lo último es usar a las computadoras como una agente o un asistente. Vamos a pedirle a nuestras computadoras que monitoreen cosas para nosotros y que si hay algún problema, se dispare un aviso y la computadora reaccione al problema”.Y más adelante, contesta: “va a llegar el día en el que nuestras computadoras tendrán alrededor de 100 de estas tareas, serán como una especie de asistente (o agente) para nosotros. Esto comenzará en el transcurso del próximo año, pero se establecerá en tres”.
Más allá de las fechas en danza (¡Jobs nunca cumplía los plazos!), resuena una frase: ¿Las computadoras como asistentes personales?
En el libro escrito por Walter Isaacson (si llegaste hasta aquí en el relato o si viviste en el planeta Tierra últimamente, no hace falta que digamos cuál es el título) está claro que durante los últimos días, consumido ya por el cáncer, el hombre de las poleritas negras probó y exigió a Siri con todo tipo de preguntas, muy entusiasmado con esta tecnología recién comprada a Nuance. ¿Es que él creía que el futuro de las computadores era el habla natural, la respuesta inteligente a nuestras preguntas? ¿Siri fue su último deseo cumplido en la búsqueda de la interacción perfecta hombre-máquina?
Si tuviera un iPhone 4s, ahora en mis manos, le preguntaría a Siri “¿Naciste en 1985?”.
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